LAGARTOS
Justo después del viaducto de Albiturria, tras una curva y una ligera ascensión nos encontramos ante la imponente pared vertical de Tafira, a nuestra izquierda, precedida de un pequeño valle repleto de plantas silvestres como balos, salvias canarias, tabaibas o aeonios...
Precisamente aquí, alrededor de una serie de grandes bolos de basaltos, se dispone la quinta intervención. Se trata de la única plataforma que se halla completamente expuesta al sol y ello tiene que ver con la propia temática que aborda: la del lagarto gigante de Gran Canaria (Gallotia stehlini), quien nos recuerda que el paisaje que nos rodea es mucho más que humano.
Desde esta perspectiva, si en paradas anteriores se explora la vegetación vinculada a las prácticas humanas desde la conquista primero, y después aborígenes, ahora se sondea la naturaleza de aquellas especies como las salvias canarias, ricinos o balos, que dependen en gran medida de la existencia del lagarto canario para garantizar su distribución por el barranco; pues los frutos por ellos digeridos alcanzan mayor fertilidad y pueden prosperar con mayor facilidad. Atendiendo a ello, podemos decir que este tímido y enorme lagarto es uno de los principales “jardineros” del barranco de Guiniguada.
Siguiendo dichos atributos, en esta ocasión la plataforma quizás debiera servir para profundizar en la dimensión
aromática de este paisaje, y también como puente de encuentro entre humanos y lagartos.
P.D. La Gallotia es un reptil que utiliza su lengua bífida y unos receptores químicos que comunican el paladar con su cavidad bucal -llamados órganos de Jacobson- para captar moléculas del entorno que les permite simular la posición de aquellos elementos que son de su interés. Entre ellas, moléculas de múltiples flores y plantas que conforman su dieta, como las autóctonas salvia o balo, o plantas exóticas como el ricino o la pimienta rosa.